viernes, 28 de septiembre de 2012

WHAT CAN ONE MAN DO ?



En estos tiempos de recortes de derechos sociales, de agitación institucional, de manifestaciones y cargas policiales en las calles, considero oportuno recordar aquí la etapa de Dennis O’Neil y Neal Adams al frente de la serie ‘Green Lantern / Green Arrow’, una de esas etapas que con el tiempo han adquirido la categoría de míticas y que fueron fundamentales para que el cómic de superhéroes alcanzase la mayoría de edad como género.

Como muchos de ustedes sabrán, la serie de Green Lantern no pasaba por su mejor momento a principios de los años 70. Sus ventas eran tan bajas que su presencia en los kioscos norteamericanos peligraba. Al borde de la cancelación, el editor Julius Schwartz  decidió dejar la serie a partir de su número 76 (Abril de 1970) en manos de O’Neil & Adams, la por entonces joven pareja de creadores que estaba revolucionando por aquellas fechas los cómics de Batman en la propia DC.

La primera decisión que tomó O’Neil fue hacer que el protagonismo de Hal Jordan no fuese exclusivo, sino compartido con Oliver Queen, el otro gran héroe ataviado de verde de la editorial (y cuyo aspecto acababa de ser rediseñado poco tiempo antes por el propio Adams en ‘The Brave and the Bold’). La serie cambió su título de ‘Green Lantern’ a secas por el de ‘Green Lantern / Green Arrow’, puesto que a partir de entonces narraría las aventuras compartidas del dúo esmeralda.

El otro gran cambio que introdujo el guionista fue el propio enfoque de las aventuras. Por primera vez en el mundo del cómic de superhéroes las historias tendrían un trasfondo de DENUNCIA SOCIAL. Y dicha denuncia quedaba muchas veces puesta de manifiesto debido al fuerte contraste de personalidad y mentalidad política de los dos protagonistas, una personificación de la fractura social que dividía al pueblo norteamericano: el conservador Jordan y el progresista Oliver Queen. A la historia del medio han pasado aquellas viñetas en que Green Arrow recriminaba a Hal Jordan por ser un mero títere del poder (a fin de cuentas, Green Lantern siempre ha sido una especie de ‘policía espacial’, y por lo tanto un defensor y un representante del stablishment, mientras que Ollie se caracterizaba por ser un personaje de mentalidad libertaria) al mismo tiempo que evocaba las figuras de los asesinados Martin Luther King y Robert Kennedy como síntoma inequívoco del ‘cáncer moral’ que asolaba América.


- GREEN ARROW: ‘¿Y te consideras un héroe? Amigo… ¡ni siquiera eres un hombre! No eres más que una marioneta… ¡Y los Guardianes manejan tus hilos! Oye… ¡olvídate de recorrer la galaxia…! Y acuérdate de América… es un buen país… hermoso… fértil… ¡Y terriblemente enfermo! Hay niños muriéndose… buenas personas aterrorizadas… chicos desencantados que destrozan los campus… En las calles de Memphis, un buen hombre negro murió… y, en Los Ángeles, un buen hombre blanco cayó… ¡Algo va mal! ¡Algo nos está matando a todos… ! ¡Una especie de cáncer moral corrompe nuestras almas!


O aquellas otras en que un anciano hombre negro acusaba a un avergonzado Green Lantern de no preocuparse por los problemas ni los derechos de la gente de color.


- ANCIANO: ‘He leído mucho acerca de usted… que trabaja para los de piel azul… y que en un planeta, no sé dónde, ayudó a los de piel naranja… ¡Y que ha hecho mucho por los de piel púrpura! ¡Pero hay pieles de las que nunca se ha preocupado…! ¡Las negras! Y quiero saber… por qué. ¡Respóndame a eso, señor Green Lantern!

- GREEN LANTERN: ‘Yo… no puedo…’


A pesar de las excelentes críticas que recibió, y de que la serie tuvo mucho eco por su enfoque social en medios de comunicación generalistas (radio, prensa, televisión), la serie estaba herida de muerte, y O’Neil y Adams no pudieron remontar las ventas a tiempo, por lo que su excelente etapa tan sólo duró 13 números, siendo cancelada en el # 89 (Mayo de 1972). Pero eso no impidió que ambos dejaran lo mejor de sí mismos en aquellas páginas, ni para que en aquellos 13 números denunciaran cuestiones como la especulación inmobiliaria, el desalojo de la población empobrecida de sus viviendas, el caciquismo de algunas zonas de la América profunda, las huelgas de trabajadores y mineros en busca de mejoras salariales y laborales, el racismo, la intolerancia religiosa, la degradación del medio ambiente, la contaminación, la problemática de la superpoblación mundial, la explotación del hombre por el hombre, el maltrato a las mujeres, la corrupción de la política y la justicia, la brutalidad policial, la falta de derechos de la población negra o el delicado tema de la drogadicción de amplios sectores de la juventud, quizá el tema más famoso de cuantos trataron, en los números 85-86, con polémicas escenas por su crudeza de muerte por sobredosis de heroína (casi de cómic underground), y páginas en que se mostraba de manera explícita los efectos del síndrome de abstinencia (unido al hecho de que el personaje que los sufriera fuese un héroe, Speedy, discípulo de Green Arrow, cosa insólita hasta entonces). Años antes de que Marvel nos mostrase a Tony Stark como un alcohólico (en la saga ‘Iron Man: El Demonio en la Botella’), O’Neil y Adams nos enseñaban que no existen los héroes perfectos, sino con debilidades muy humanas.



Las 'psicodélicas' páginas de la muerte por sobredosis de un yonqui:


Los efectos del mono en Speedy:



Mi historia favorita de esta etapa es la titulada ‘¿Qué puede hacer un hombre?’ (What can one man do?). Es una historia corta (12 páginas mas un epílogo) que sirvió de complemento de la historia principal publicada en ‘Green Lantern / Green Arrow’ # 87. En esta ocasión el guión no estaba escrito por O’Neil, sino que corrió a cargo de Elliot Maggin. En ella se nos cuenta la experiencia de Oliver Queen, atrapado en medio de una manifestación que degenera en disturbios con la policía en la que la población negra reclamaba sus derechos (algo muy corriente en aquellos primeros años 70), cuando una bala perdida de los agentes de la ley impacta en el cuerpo de un niño. Arrow se ve impotente para detener aquella locura y salvar la vida del pequeño, lo que le lleva a cuestionarse su papel como héroe entre sentimientos de rabia, frustración y amargura. Inolvidable la viñeta final con las lágrimas de Ollie.

La miseria, sabiamente reflejada por Adams en los cubos de basura.





Fijaos en el arte de Neal Adams (en la cumbre de su carrera en el momento en que dibujó esto) muy bien asistido por las tintas del gran Dick Giordano, y en cómo no necesita para nada los textos de apoyo para que la narración fluya y nos cuente la historia. Consciente de eso, el guionista optó por acompañar las viñetas de las páginas finales con un hermoso texto extraído de la obra ‘Adiós a las Armas’ de Ernest Hemingway:

‘Cuando los individuos se enfrentan con el mundo con tanto valor, el mundo sólo los puede doblegar matándolos y, naturalmente, los mata. El mundo quiebra a los individuos, y a la mayoría se les forma cal en el lugar de la fractura, pero a los que no quieren dejarse doblegar, entonces a estos el mundo los mata; a los muy buenos, a los muy dulces y a los muy valientes, indistintamente.’

Bellísimo final para esta pequeña obra maestra.

Vistos con la perspectiva que da el tiempo, más de 40 años después de su primera publicación, tal vez estos cómics nos pudieron dar la impresión de ser un tanto ingenuos, acostumbrados al cinismo y el descreimiento actuales. Pero para mí, estos tebeos tienen tanta validez hoy como en el momento en que fueron creados. O quizá más.

Pero si alguna vez te has preguntado: ‘¿Qué podría hacer yo? ¿Qué puede hacer un solo hombre por mejorar el mundo?’ Entonces no lo dudes: si no puedes deshacer los males de la sociedad, al menos preocúpate en denunciarlos, en la medida de tus posibilidades. Como O’Neil y Adams.

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